lunes, 27 de febrero de 2017

RUTA DE LLOREDA – PLAYA DE LA ÑORA – GIJÓN



RUTA LLOREDA – PLAYA DE LA ÑORA – GIJÓN
Ruta de sol, playa y fabada en las proximidades de Gijón. Partimos del campo de golf de Lloreda y llegamos al barrio de Cimadevilla en la zona antigua de Gijón.
Grupo de montaña de la Universidad de León (62 personas).
Dificultad: Baja. (Temperatura 7 mínima, 16 máxima. Soleado).
Punto de partida y llegada: Campo de golf de Lloreda.
Distancia: 17,5 km. (6 horas).
Altitud del campo de golf de Lloreda 130 metros que fue el punto más alto de la ruta. El más bajo en Gijón, pondremos menos un metro (-1) porque algunos se bañaron.
Fecha: 25 de febrero de 2017.
Plano de la ruta

Hoy nos olvidamos de hacer una foto de grupo. Aprovecho la ocasión y así salgo en el blog muy bien acompañado por nuestras amigas ERASMUS italianas, Laura, Simona... alguno se morirá de envidia, pero que le vamos a hacer.
Este elegido grupo en representación de las 62 personas que acudimos a la ruta

Otra vez de ruta con el Servicio de Deportes de la Universidad de León. En esta ocasión dejamos nuestros paseos de montaña no solo por la playa sino también por la expectativa de comer en Gijón y comimos bien. Algunas fabadas tuvieron efectos secundarios a la vuelta en el autocar.
 
 
La ruta comienza en el campo de golf de Lloreda. Desde León hay unos 150 kilómetros. Salimos a las 7:30 y comenzamos a caminar un poco antes de las 10:00. Hay carteles e hitos que indican el camino hacia la Playa de la Ñora. No hay posibilidad de perderse.
 
 
El camino es siempre descendente y cómodo, aunque en esta ocasión había llovido la noche anterior y estaba algo resbaladizo.
 
 
La vegetación es típica de la costa asturiana con avellanos, eucaliptos, alisos, helechos… todo muy espeso y sombreado. En verano este trozo de unos 4.5 km. hasta llegar a la playa será muy apetecible, ya que hay sombra permanentemente. Ahora no porque no había hojas y tampoco hacía falta la sombra.
 
 
Al llegar a la playa, sobre las once y media, apetecía ya el bocadillo y un café pero el bar estaba cerrado. Eso si, el bocadillo cayó, llevábamos muchas horas ya desde que salimos de León.
 
 
Un ascenso considerable después del bocadillo nos dejó casi sin aliento. El camino era bueno pero había que ascender de cero a casi cien metros en muy poca distancia una buena parte del tramo por escaleras.


 
La recompensa final mereció el esfuerzo. Una vez arriba todo mejoró bastante (el camino volvió a ser llano) y alegramos la vista desde el mirador.
 
 
Continuamos por un camino excelente, serpenteante al lado de la costa con constantes subidas y bajadas que hacían crecer la curiosidad para ver lo que aparecía detrás de cada curva.
 
Pasamos playas y acantilados que nos alegraban la vista: La Playa del Estaño, Peñarrubia…
 
 
Había espacios recreativos y jardines por casi todos los sitios. Llamaba la atención lo bien acondicionada que está la zona de La Providencia.
Pedro, uno de nuestros guías contento de no haber perdido a nadie
El paseo por La Providencia era muy agradable, con jardines esculturas y un verdor primaveral del que aún no disfrutamos en las "tierras altas" de León.
 
 
Después ya poco a poco nos fuimos incorporando a la ciudad de Gijón, como siempre impresionante y acogedora.
 
 
Continuamos por la Playa de San Lorenzo, donde los gijoneses paseaban una soleada mañana de sábado y los más atrevidos hasta se daban un baño.



 
Después llegamos a la zona más histórica de Cimadevilla. Incluso apetecía un paseo por el casco histórico de Gijón, donde comimos de manera abundante y todo estaba rico, rico y a buen precio.
 
 
El autocar había quedado al lado del campo de fútbol municipal del Molinón, rendimos homenaje a nuestro admirado Manolo Preciado y de vuelta para casa.
Esta foto no está grande por error, es que Manolo Preciado era ¡muy grande!
 
No hemos hecho muchas indicaciones del camino porque no hay ninguna dificultad para seguir la ruta que oficialmente tiene 17,5 kilómetros, pero entre paseos por Gijón y vuelta al autocar, nuestro GPS marcaba 26,690 km. Eso sí, estábamos abundantemente alimentados.